

Eduardo Galante Patiño || Catedrático de Zoología de la Universidad de Alicante y presidente de la Asociación Española de Entomología
Si por algo es conocida Huelva es por sus riquezas naturales y excelente gastronomía. Quien no haya visitado y admirado Doñana, y complementado su jornada con una degustación de productos de la tierra, entre ellos sus excelentes fresas y frutos rojos, no sabe lo que es disfrutar de un viaje donde los sentidos se abren a la naturaleza para percibir paisajes, olores y sabores inolvidables.
El Parque Nacional de Doñana encierra y mantiene una extraordinaria y única biodiversidad. Las marismas de Doñana, son uno de los humedales más importantes de Europa y el lugar de cría e invernada de miles de aves que cada año llegan desde norte y centro de Europa y África, buscando refugio. Es el espacio protegido que mantiene la población más importante de lince ibérico, el felino más amenazado del mundo y donde viven numerosas especies exclusivas de este espacio.
Es precisamente en este entorno protegido tan singular y extraordinario por su biodiversidad, donde se ha desarrollado una intensa actividad agrícola dirigida a la producción de fresas y otros frutos rojos como el arándano.
Las condiciones climáticas de esta zona del sur de Huelva y la fertilidad de sus suelos, propician que más del 50% de las fresas producidas en España provengan de esta provincia andaluza y Huelva se haya convertido en referente en producción ecológica. Más del 9% del suelo español dedicado a la producción ecológica se encuentra en la provincia de Huelva y las plantaciones de fresas se han multiplicado por cinco los últimos ocho años.
El sector ecológico de producción de frutos rojos, es una actividad agrícola en auge que busca obtener un producto de calidad para el consumidor y respetuoso con el medio ambiente. Es un modo de vida que proporciona miles de puestos de trabajo y supone un importante aporte a la economía de una zona impulsada por agricultores cada vez mas concienciados con la protección del medio ambiente. Cultivar en el entorno de Doñana conlleva una gran responsabilidad para tratar de compatibilizar la rentabilidad de la producción con la protección de este espacio natural de importancia internacional.
Durante años, Doñana ha sufrido los efectos de la contaminación química procedente de la aplicación de insecticidas y fertilizantes que acaban siendo arrastrados por el agua y el viento hasta sus ecosistemas. Una contaminación que además también padecen los agricultores y consumidores de estos frutos, dado que las fresas se ingieren sin pelar y aunque las lavemos, quedan residuos contaminantes. Es esta creciente concienciación medioambiental de los productores onubenses, y una demanda social en auge, lo que está contribuyendo a una rápida mejora de la producción de fresas de mayor calidad y comprometida con su entorno natural.
Este cambio de rumbo en la producción de fresas en Huelva es el resultado de un proceso de concienciación y responsabilidad de productores comprometidos con el control biológico de plagas que quieren eliminar la huella del control químico y utilizan controladores biológicos efectivos que ofrece el mercado y que aseguran una cosecha exitosa y ecológica.
Las plagas que sufren las plantas de fresas desde su nacimiento son muchas, pero en particular son las de pulgones las más agresivas y dañinas pudiendo llegar a arruinar gran parte de la producción. Por este motivo en la producción ecológica se aplican tratamientos con diversos enemigos naturales y en los centros de investigación se siguen buscando nuevos insectos que puedan controlar eficazmente las plagas de la fresa, conocimiento que es transferido a través de empresas, administraciones y cooperativas del sector agrícola.
Uno de los últimos agentes de control que ha llegado recientemente a los campos de producción de fresa de Huelva es un pequeño insecto autóctono de nuestra región mediterránea como resultado de más de 15 años de estudios en los laboratorios del instituto de investigación CIBIO de la Universidad de Alicante. Se trata Sphaeorophoria rueppellii, un díptero de la familia Syrphidae. Este insecto fue seleccionado por un equipo de investigación de prestigio internacional por:
Además, los adultos visitan constantemente las flores por lo que colaboran en la polinización.
El equipo investigador del instituto CIBIO de la Universidad de Alicante fue el primero en descubrir el potencial depredador de esta especie para ser introducida en el mercado agrícola como uno de los más eficaces controladores de plagas de pulgón y lograr un proceso de cría pionero en el mundo.
Como resultado de este proceso científico nació la empresa de base tecnológica Bionostrum Pest Control S.L., comprometida con los agricultores que día a día se esfuerzan por sacar adelante su producción ecológica en beneficio de todos y con la calidad única de una producción fundamentada en estrictos protocolos científicos.
Este hecho pone en evidencia que las investigaciones, estudio de procesos complejos y de largo plazo, son necesarias para mejorar nuestra calidad de vida, la salud humana y la conservación de nuestra naturaleza.
En Huelva podemos ver como un pequeño díptero como Spahoerophoria rueppellii de poco más de 1 cm, puede aportar su gran granito de área para proteger del pulgón miles de hectáreas de cultivos, evitar pérdidas económicas y conservar todo un gigante de la conservación internacional de la biodiversidad, como es el espacio protegido de Doñana.
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