
Buena parte de las exportaciones andaluzas sale vía marítima.
Buena parte de las exportaciones andaluzas sale vía marítima.
La idea de construir un túnel ferroviario submarino bajo el estrecho de Gibraltar, que conecte España y Marruecos, ha cobrado nuevo impulso tras décadas de estancamiento. El proyecto, concebido en los años 80, avanza gracias a una mayor voluntad política, un incremento en la inversión pública y avances técnicos que lo perfilan como una posibilidad real.
Más que una obra de infraestructura, se trata de una apuesta estratégica por la integración entre Europa y África. Su puesta en marcha transformaría radicalmente el transporte entre ambos continentes, favoreciendo el comercio, el turismo y la cooperación regional.
Tras años sin avances significativos, el proyecto fue reactivado oficialmente en abril de 2023 tras una reunión entre la entonces ministra española de Transportes, Raquel Sánchez, y su homólogo marroquí. Desde entonces, el presupuesto de la empresa pública española Secegsa —encargada de los estudios de viabilidad— pasó de 100.000 euros en 2022 a 2,7 millones en 2024, a los que se suman 2 millones del Fondo para la Recuperación y la Resiliencia de la Unión Europea.
Los nuevos estudios técnicos priorizan un único túnel ferroviario para pasajeros y mercancías, descartando el diseño inicial que incluía una segunda galería para vehículos. La elección responde a criterios de viabilidad, sostenibilidad y seguridad.
Se ha optado por la llamada «ruta del Umbral», más larga pero menos profunda que la alternativa del Cañón. Este trazado contempla 28 kilómetros bajo el mar a una profundidad máxima de 300 metros, dentro de una infraestructura total que alcanzaría los 60 kilómetros, superando al Túnel del Canal de la Mancha (50,5 km).
Actualmente, se desarrollan dos estudios clave. El primero, a cargo de Herrenknecht Ibérica, evalúa los métodos de perforación en el umbral de Camarinal y se extenderá hasta julio de 2025. El segundo, dirigido por Tekpam Ingeniería, analiza la actividad sísmica en la región. Aunque suspendido temporalmente por motivos de seguridad, se prevé que retome su curso y finalice en septiembre de 2025.
Entre los principales retos técnicos figuran las corrientes marinas del Estrecho, su compleja geología y la actividad sísmica. Además, será necesario modernizar y electrificar la red ferroviaria del norte de Marruecos para garantizar una conexión efectiva.
Las primeras estimaciones de coste, aún no oficiales, superan los 15.000 millones de euros, lo que requerirá acuerdos de cofinanciación entre España, Marruecos y la Unión Europea. En el escenario más optimista, la infraestructura podría estar operativa hacia 2040. La fase inicial contempla una sola galería con circulación bidireccional, a la que seguiría una segunda para aumentar la capacidad.
El impacto del proyecto trasciende lo puramente técnico. Se prevé que facilite la circulación de personas, descongestione puertos, abra nuevas rutas logísticas, estimule el turismo y potencie el comercio entre Europa y África. Además, podría convertirse en un símbolo de acercamiento geopolítico entre ambas orillas del Mediterráneo.